Este viaje, destinado a fortalecer los lazos económicos, culturales y estratégicos entre Francia y Marruecos, se produce en un contexto de crecientes tensiones y recalibraciones diplomáticas en el Mediterráneo occidental. Para España, otro actor fundamental en la región, el fortalecimiento de la relación franco-marroquí presenta tanto oportunidades como desafíos, que podrían influir en el curso de la política exterior hispano-marroquí y en el equilibrio de poderes dentro del Magreb.
Francia y Marruecos han mantenido históricamente una relación estrecha, caracterizada por fuertes lazos económicos, culturales y políticos. Sin embargo, en los últimos años, ciertos desacuerdos en temas de derechos humanos, política regional y la posición poco clara de Francia sobre el conflicto del Sahara, provocaron un enfriamiento de la relación. La visita del presidente Macron pretende, precisamente, recuperar y revitalizar estos lazos, enfatizando la colaboración en áreas clave como el comercio, la seguridad y la cultura. Francia, que ha experimentado un desplazamiento de sus intereses en el Magreb hacia Argelia en los últimos años, parece estar volviendo la mirada hacia Marruecos, reconociendo su rol estratégico en el ámbito africano y mediterráneo.
Uno de los pilares de la visita de Macron ha sido el impulso de la cooperación económica. Francia es uno de los principales socios comerciales de Marruecos, y las inversiones francesas en sectores como la automoción, la energía renovable y la infraestructura son significativas. La visita incluye la firma de nuevos acuerdos de inversión que pretenden reforzar esta interdependencia económica y fomentar la creación de empleo y desarrollo sostenible en Marruecos. Este renovado impulso económico entre Francia y Marruecos plantea ciertos desafíos para España – actualmente el primer socio comercial de Marruecos -, que también compite por mantener una relación económica sólida con su vecino del sur. A medida que Francia refuerza su presencia en el mercado marroquí, España podría verse en la necesidad de redoblar esfuerzos para asegurar su influencia económica en la región.
Además de la economía, la seguridad es un tema crucial en la agenda de la visita de Macron. Francia y Marruecos colaboran estrechamente en cuestiones de seguridad y lucha contra el terrorismo, un ámbito donde Marruecos ha ganado reconocimiento internacional por su efectividad. Este aspecto tiene particular relevancia para España, que también trabaja en estrecha coordinación con Marruecos en temas de seguridad y control migratorio. La mejora de las relaciones franco-marroquíes en este ámbito podría derivar en una competición por el rol de socio prioritario de Marruecos en temas de seguridad, o en una oportunidad para fortalecer una red de cooperación tripartita entre Francia, Marruecos y España.
La mejora en las relaciones franco-marroquíes también tiene el potencial de influir directamente en la diplomacia entre España y Marruecos. A lo largo de los años, España ha mantenido una relación ambivalente con Marruecos, marcada tanto por la cooperación como por el conflicto en temas como la migración, el comercio y, especialmente, la cuestión del Sáhara. El apoyo reciente del actual gobierno Español al plan de autonomía para el Sahara bajo la soberanía Marroquí propuesto por Marruecos dio un giro sin precedentes en las relaciones Hispano marroquíes , una nueva posición de España que viene a reforzar la posición de Marruecos en este conflicto después del reconocimiento explícito de EEUU de la soberanía Marroquí sobre el Sahara . En este contexto, la visita de Macron y el restablecimiento de la influencia francesa en Marruecos podría acelerar la dinámica de las relaciones hispano-marroquí, aunque depende de cómo ambos países gestionen sus respectivos intereses en un Marruecos estratégico, aliado preferente de la OTAN, clave en la seguridad en una región muy estratégica – la crítica situación en el Sahel – y cada vez más influyente en el continente africano.
España y Francia son dos de los socios europeos más importantes de Marruecos, y ambos países compiten por influir en las decisiones políticas y económicas de Rabat. Sin embargo, la alineación de Francia con Marruecos podría poner presión sobre España para ajustar su enfoque en la región, buscando quizás fortalecer aún más sus lazos con Marruecos en respuesta a la renovada influencia francesa. Un área de particular interés es el ámbito de la energía y el desarrollo sostenible, donde tanto España como Francia tienen proyectos estratégicos en Marruecos. La entrada de Francia en estos sectores con nuevos acuerdos podría incrementar la competencia económica y diplomática entre los dos países europeos.
Uno de los aspectos más delicados en la relación hispano-marroquí es el conflicto del Sáhara Occidental, una cuestión que también incide en la política exterior francesa. España, que a pesar de su nueva postura sobre el conflicto del Sahara favorable a Marruecos , enfrenta una posición marroquí que sigue demandando pleno reconocimiento a su soberanía sobre el territorio. Por otro lado, Francia ha mostrado un apoyo más consistente hacia las reclamaciones marroquíes. Esta alineación de Francia con Marruecos podría ejercer una presión indirecta sobre España, incentivando a Madrid a reconsiderar su postura o al menos buscar una solución diplomática que mantenga la estabilidad de sus relaciones con Marruecos y su influencia en la región.
Finalmente, la visita de Macron a Marruecos también destaca el interés de Francia en fortalecer los lazos culturales e interculturales, un aspecto que podría beneficiar indirectamente a España. Ambos países europeos comparten un interés común en promover el diálogo cultural en el Mediterráneo, y la mejora de las relaciones franco-marroquíes podría abrir la puerta a colaboraciones culturales tripartitas. Esto es particularmente importante en un momento en que los intercambios interculturales y educativos son una herramienta clave para promover la estabilidad y el entendimiento entre las sociedades del Mediterráneo.
La visita de Macron a Marruecos representa una oportunidad para que España evalúe su relación con su vecino del sur en un contexto más amplio de cooperación europea. La mejora en las relaciones franco-marroquíes podría actuar como un catalizador para que España fortalezca su propio vínculo con Marruecos, enfatizando las áreas de cooperación y minimizando los conflictos. Sin embargo, también plantea desafíos, particularmente en términos de competencia económica y diplomática.
A la luz de la renovada y creciente influencia de Francia en Marruecos, España podría verse motivada a profundizar su enfoque de colaboración con Marruecos, promoviendo una diplomacia más pragmática y menos susceptible a las fluctuaciones de temas sensibles como el Sáhara, Ceuta y Melilla y otros. En última instancia, la clave para España radica en encontrar un equilibrio entre la cooperación y la competencia en el Mediterráneo, aprovechando el renovado interés francés en Marruecos como una oportunidad para fomentar una mayor colaboración en toda la región.