Históricamente, el conflicto de Palestina ha constituido una de las cuestiones más principales de la agenda diplomática entre lo que es el mundo árabo-musulmán, como bloque homogéneo y el mundo occidental. Una cuestión capaz de acercar y alejar a los dos mundos o de bloquear y desbloquear el diálogo y las relaciones entrambos. En pocas palabras, y con la intención de evitar una verborrea, el conflicto árabo-israelí, desde nuestro gran angular, ha devenido en una especie de baremo evaluar y distinguir los “buenos” de los “malos”; quienes muestran empatía con la causa y quienes no.
De ahí que la solidaridad con palestina o con nosotros, representa un valor fundamental para la construcción de la percepción que tenemos sobre un determinado país, haciendo que se quede supeditada a su posición con respecto al mismo.
La crisis nacida a raíz de la declaración de Trump al proclamar a Jerusalén como capital legitima de Israel suprimiendo así, su statu quo como Corpus separatum, suscitó una acuciante necesidad de saber la reacción de algunos actores sociales o instituciones.
Esta situación que se da más en sociedades que representan a la vez las dos posturas, nos ha hecho dirigir nuestras miradas hacia Ceuta, por ser el espacio más próximo – a nosotros- que proyecta las dos posiciones antagónicas.
El Pleno de la Asamblea de Ceuta ha sido escenario que refleja esta tensión que fue desatada con el reproche del portavoz de la Coalición Caballas, Mohamed Ali, a los demás representantes de partidos políticos; el PP, el PSOE, MDyC y C’s por su “esquisdistancia vergonzosa” con respecto a la cuestión de Jerusalén al no quedarse esclarecida en la declaración institucional que posteriormente, han expresado que su acuerdo institucional consistirá en una adhesión a la posición del Gobierno de España que no es otra que reconocer el derecho de ambos, Palestina e Israel a existir para que “puedan convivir en paz” los dos pueblos.
La escisión del pleno entre un “nosotros” contra un “ellos” dentro de frentes antagónicos, y en la que, Mohamed Ali, se impuso como único defensor y representante del “frente” pro-Palestina, sobre todo, tras el acalorado debate que tuvo durante la sesión plenaria con la diputada Fátima Ahmed (MyC), supuso para muchos ceutíes una amenaza para a estabilidad de la ciudad, llegando algunos incluso a calificarlos, a Mohamed Ali y a Fátima sin incluir a los demás diputados, por ser ceutíes de origen marroquí, de ser “más palestinos que españoles”.
Esta cuadro reafirma y pone en evidencia la importancia de la cuestión de Palestina tanto como herramienta para la garantización de un diálogo “ameno” entre los distintos representantes de los colectivos sociales y, su legitimización como medida para dudar del patriotismo de los mismos, especialmente, si se trata de figuras públicas de origen “extranjero”.